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miércoles, 30 de septiembre de 2015

Baño, aceite y brillo para realzarlos

Marón está a la venta. En 15 minutos entrará al césped del corro de remates de Expocruz para ser ofrecido ante la mirada de decenas de ganaderos. Pero, previo a esto, Fidel, el tratador de la cabaña Nelorí, lo prepara para relucir. Tras un baño con manguera, Fidel junto a dos ayudantes cepilla el pelo de Marón, afeita alrededor de sus cuernos, echa aceite de bebé a sus orejas y rocía, como si fuese agua bendita, purpurina plateada desde la frente, la jiba para terminar en el lomo.

La misma operación repite para los 31 bovinos que ingresarán a remate, sobre todo los más dóciles. A pocos metros, Edilberto Salvatierra, tratador de la cabaña El Trébol, prepara con horas de anticipación a Moldavia, una vaca nelore mocho de 23 meses que ingresará a la pista de juzgamiento para ser evaluada por un jurado. Salvatierra asegura que Moldavia disfruta cuando le rasquetean con un cepillo.

El tratador indicó, además, que cuando el bovino tiene un pelaje desigual, le cortan y luego le afeitan para que se vea más presentable y resalten sus cualidades genéticas.

Ángel Jeres (28), de la cabaña Capiguara, indica que él también realiza todo un ritual de imagen para los bovinos que prepara. Jeres asegura que también es muy importante que el animal esté bien alimentado antes de ingresar ya sea a la pista de juzgamiento o al corro de remates.

Él asegura que el agua debe ser una provisión permanente tanto para la contextura física como para su reacción ante la presión.

De acuerdo con otro de los tratadores de la cabaña El Retorno, para un mejor conocimiento de los animales, le colocan un chip en la oreja, y cuando el comprador quiere verificar la historia genética y el pedigrí del bovino, lo hace desde un teléfono inteligente o una computadora.

A pocos metros del área de rodeo y de los animales, duermen alguno de los preparadores. Los camping y las maletas dan testimonio de esta realidad

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